El Balonmano Valladolid accede en Colonia a las semifinales de la Copa de Europa

Los socios del Balonmano Valladolid (que, según se dice, soportan como nadie a su equipo) y los anónimos aficionados (que no son pocos) suelen conocer, más o menos cada año, un nuevo éxito para este club. Aunque se resiste la Liga, otros títulos tales como la Copa del Rey o la Asobal adornan ya las vitrinas pucelanas. Desafortunadamente para el BV, las conquistas en Europa siempre se han visto mermadas. El caso más llamativo fue la final de Recopa perdida el año pasado.

Siendo el BV quinto en el campeonato liguero, y con posibilidades casi nulas de mejorar o empeorar esta posición, su lucha se centraba, en la noche de ayer, en la Champions League. Precisamente es uno de los equipos invitados a esta competición (la más importante en el continente) gracias a su papel en pasados torneos europeos.

A las 18:00 horas de la tarde, el BV iniciaba su decisivo partido de vuelta de la Champions League contra el Gummersbach alemán en el gigantesco KölnStadium (Colonia). Poco después, sobre las 20:00, el Valladolid se postulaba como uno de los más importantes equipos de Europa.

REVELADOR COMIENZO. Si en la ida, el empate en casa (36-36) incrementaba la desconfianza de muchos a apoyar el pase de ronda de los pucelanos, este primer partido permitió a los de Pastor conocer a su rival alemán en su versión más táctica: la rapidez, encarnada en las acciones del eléctrico central Narcisse.

La solución no fue, sin embargo, la de ejercer un marcaje especial sobre este jugador francés, sino inyectar en el juego del BV una dosis de velocidad combinada con una buena defensa. Esto acrecentó, a grosso modo, la espectacularidad en el juego de los dos clubes durante los primeros compases del partido.

El empate a nueve en el primer cuarto de hora desveló cómo iban ambos equipo a manejar la pelota hasta el final del encuentro. La buena definición de Muratovic, sumada a la muy esforzada labor de Chema Rodríguez para contener los ataques del Gummersbach, produjeron una alta eficacia del Balonmano Valladolid de cara al gol.

CONTRAOFENSIVA GERMANA. Tras una interrupción, los alemanes reforzaron sus líneas defensivas e intensificaron sus tiros a puerta, cubierta inicialmente por un no muy afortunado Lorger. De este modo, obtuvieron ventaja en el marcador (18-17 a los 30 minutos), sin que ello supusiese que el BV tirase la toalla. Destacable fue la solvencia tanto de Narcisse como de Ilic al término de la primera mitad.

Por el contrario, la desventaja de los vallisoletanos fue, en todo momento, nimia. No obstante, el mantener, e incluso acelerar, el ritmo de juego constituyó una de las claves del triunfo del club castellano.

REORGANIZACIÓN Y VICTORIA. Tres ideas consecutivas y lógicas entre sí invirtieron el resultado en el minuto 43 (23-26): la pérdida de intensidad general fruto del cansancio, la ralentización de la pelota por el desgaste del Gummersbach y la fluidez en los cambios dentro del banquillo pucelano. El aporte de Gull fue, asimismo, estelar. Sus diez goles lo convirtieron en el mejor del partido.

Aun con altibajos, el BV nunca se descompuso. Más bien, su principal pecualiaridad fue la de aprovechar las ocasiones en lugar de generarlas. El empate a 31 en el minuto 55 no llegó, sorprendentemente, a inquietar a los de Pastor, quienes fulgurazmentese reubicaron por delante (31-33).

Al final, dos goles de Garabaya, alguna que otra parada decisiva de Sierra y una certera actuación de Muratovic sentenciaron el encuentro. La tranquilidad y la firmeza del Valladolid en la cancha determinaron un pase a semifinales bastante anómalo.

El juego pucelano recordó al dominio en partidos pasados ante contrincantes no excesivamente complicados. El esfuerzo, eso sí, debió de ser duro, tal como revelaban las caras de los jugadores al cumplirse la hora de encuentro.

Al fin y al cabo esta historia, la historia de otro partido ganado, envía al Balonmano Valladolid entre los cuatro mejores equipos de Europa. Puede que sea una historia inacabada.