martes, abril 10, 2007

Déjà-vu de protección oficial

Cuando uno escribe sobre temas políticos parece que, aunque estos sean de rigurosa actualidad, lo está haciendo por segunda vez. El gélido clima existente entre partidos, la constante búsqueda del eslógan y la falta de profundidad en los programas hacen que, en ocasiones, el debate y los acontecimientos caigan en una espiral interminable de argumentos vacíos y proclamas sin sentido que convierten a lo acontecido en un rompecabezas de difícil solución en el que todas las piezas te suenan, pero no sabes muy bien dónde colocarlas.

Los últimos episodios de esta naturaleza han tenido lugar en los últimos dos días. En la jornada de ayer, la controversia surgida a partir de las adjudicaciones de Viviendas de Protección Oficial (VPO) a familiares de miembros del Partido Popular (déjà-vu) volvía a saltar a la palestra. Y lo hacía de la mano de la ministra de Vivienda, Carmen Trujillo, que durante un acto celebrado en la Delegación de Gobierno tachó de "indecente" la gestión que en Valladolid se hace en la actualidad sobre este asunto. El alcalde, que ya estaba mosqueado por el retraso que el acto había sufrido sobre el horario previsto y por la mala posición que en la que le habían situado en la mesa de autoridades (déjà-vu), tampoco dudó en gastar la pólvora en salvas y le respondió a la ministra que lo que es una "indecencia" y una "ilegalidad" es venir a insultar con "desconocimiento" de la ley.

Obviando ya que el enfrentamiento estaba fuera del orden del día de la reunión y dando por supuesto que el tema de las VPO es sospechoso e investigable (precisamente esta misma mañana se ha conocido que los hijos de otro concejal del PP en Valladolid también han sido agraciados con otra VPO), creo que en esta ocasión la actitud más reprobable corresponde a Trujillo en particular y a su propio partido en general. Y así lo creo porque opino que su función en Valladolid iba más allá de esas palabras y porque se dejó llevar por las supuestas malas formas del alcalde que, enfurruñado, parece que no tuvo una actitud todo lo amable que la ministra esperaba con ella. Además, cabe recordar que hace unas fechas Soraya Rodríguez se quejó mediante una carta remitida a León de la Riva de la mala ubicación de la que dispuso en el pasado pregón de la Semana Santa vallisoletana, ya que se la excluyó de los bancos delanteros, es decir, de los reservados para autoridades. Pues bien, a su partido le ha faltado tiempo para tomarse una revancha y, con la excusa del orden alfabético, ejecutar la misma jugarreta al alcalde de la ciudad.

Desgraciadamente, y sin individualizar ni caer en el error de atribuir todas las culpas a una sola facción, movimiento o persona, la actualidad informativa está acostumbrada a mostrar día sí, día no, episodios de esta índole, en los que lo electoral arrincona al sentido común y la voz alta a las tesis y las explicaciones. Y eso no hace más que empañar el carácter, muchas veces, positivo de las políticas que se llevan a cabo, disminuir la gravedad de lo negativo y, por ende y lo que es más grave, confundir al ciudadano de a pie y crear en él una sensación de desconcierto que no ayuda, sino a manipularlo con frases fáciles y crear en él una opinión sesgada e incorrecta de lo que realmente pasa. Porque no hay más que mirar las actas de sesiones de cualquier pleno del Ayuntamiento para comprobar que aquello llamado consenso (déjà-vu) también existe.

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