lunes, abril 02, 2007

Un equipo del que sentirse orgulloso

Ayer era uno de esos días en los que uno se siente especialmente orgulloso de ser vallisoletano. El Balonmano Valladolid jugaba en el Polideportivo Pisuerga la vuelta de las semifinales de la Liga de Campeones. El equipo de la ciudad, y con él todos detrás, estaba entre los cuatro mejores de la competición de clubes más fuerte del mundo. Había posibilidades de llegar a la final. Hubo opciones hasta el último momento.

El rival del Valladolid era el SG Flensburg, uno de esos equipos alemanes que sólo con oír su nombre uno ya se imagina una enorme pared de hormigón. Enfrente nuestro equipo, uno de esos grupos humanos con los que es fácil simpatizar: gente humilde, trabajadora, a la que no le han regalado nada y que ha llegado lejos a base de esfuerzo y pundonor. Es el equipo de una de estas ciudades que suele pasar desapercibida y que, sin explicación para muchos, estaba entre los más grandes.

Muchos fuimos los que no pudimos ver el partido, no tuvimos la posibilidad de vibrar en el Pisuerga en el mayor acontecimiento deportivo de la ciudad en los últimos años. En mi caso estaba viajando en avión durante el partido, paradójicamente regresaba de mi viaje por Alemania. Entonces pensé en todos aquellos que como yo no podían ver el partido: personas escuchándolo por la radio, en casa, en el coche, solos o acompañados, gritándole al televisor... y comprendí que éramos muchos los que estábamos animando en la distancia.

Cuando al llegar al aeropuerto escuché el resultado y lo que había ocurrido en los últimos segundo, imaginé cómo habría sido ese instante que ya pertenece a la memoria colectiva de todos. Imaginé cientos de corazones en el Pabellón latiendo a más de 150 revoluciones, a Roberto acariciando el balón y preparando el brazo para lanzar, mientras cientos de personas cogían impulso para dar el salto de la victoria.

Todos, de una u otra forma, estábamos empujando el brazo de Roberto, animándole. Pero el balón no entró y el Balonmano Valladolid se quedó a un gol de la final. Ha sido un placer estar tan cerca, tan arriba. Yo se lo contaré a mis nietos.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Köln dió la posibilidad de hacer historia y otro equipo alemán se la arrebató. Paradojas de la vida...