martes, abril 24, 2007

Espectacular recibimiento al Real Valladolid tras el ascenso


Cerca de 25.000 personas salieron a las calles de la capital castellano y leonesa para recibir al Real Valladolid después del ascenso conseguido ayer en la isla canaria de Tenerife.

Quizás sólo fueran 25.000 almas las reunidas ayer en el centro de Valladolid, pero lo que es seguro es que la fuerza de las mismas hubiera servido para abarrotar un Camp Nou o un Santiago Bernabeu porque, a día de hoy, la fe de este equipo y de sus aficionados mueve montañas.

Como si de un guión cinematográfico se tratara, la llegada de los jugadores se hizo esperar. En esta ocasión, sin embargo, la culpa fue de las inclemencias de un largo viaje y del tráfico reinante entre Madrid y La Flecha, punto de partida de la fiesta de celebración del ascenso. De cualquier forma, la espera, en vez de apaciguar el ánimo de los seguidores, sirvió para espolearles y a la llegada de la expedición, el centenar de aficionados que había acudido a recibir al equipo en el punto de partida de la fiesta les brindó un sonoro homenaje.

Los jugadores llegaron con ganas de empezar cuanto antes y, cuando apenas habían transcurrido cinco minutos desde que habían descendido del autobús, ya se encontraban en el primer brindis. Un primer brindis que sería uno más de todos los que hicieron a lo largo de la tarde pero que, por ser en la intimidad, será el que más recuerden los integrantes de la plantilla.


Los veteranos Víctor y Marcos eran los primeros en avivar la fiesta, mientras que los jóvenes como Jacobo, Asier o Álvaro Antón ponían esa pizca de pimienta para que la mezcla fuera perfecta. Tal fue el ímpetu de los jugadores en esta peculiar celebración privada que hasta Víctor acabó mal parado con un pequeño corte sin consecuencias.

Una vez el 'Leyenda del Pisuerga' se puso en marcha, Llorente, Pedro López o el propio Mendilibar, capitán del barco por momentos, fueron los más animosos. Al grito de "que bote el puente" o "adiós, a Segunda, adiós" los jugadores animaron a las multitudes que se agolpaban en los múltiples puentes atravesados durante el recorrido.

Fueron apenas cuarenta minutos, pero para muchos parecía como si el trayecto les valiera una vida. Las caras de Álvaro Antón o Mario Suárez al observar a los aficionados que se agolpaban a ambos lados del río eran un poema. Otros más veteranos, como los ex-futbolistas Alberto y Caminero, vitales en este proyecto, no cabían en sí de la alegría.

La llegada al autobús fue como un delirio en una noche de fiebre. El público, formado tanto por niños como por adultos, no cesó de corear a todos los miembros del cuerpo técnico. El griterío aumentó con la comparecencia del 'pichichi' de la Segunda División, Joseba Llorente, o del mentor del milagro del ascenso, José Luis Mendilibar, verdaderamente queridos por los aficionados congregados.

El trayecto en autobús hasta la Plaza Mayor bien pareció un viaje en canguro. Los incesantes botes de los jugadores parecían llevar en volandas al autobús en vez de ser el motor de este el que les movía a ellos. Finalmente, tras un cuarto de hora que se pasó, literalmente, volando, la expedición llegó al Ayuntamiento. El aspecto que tenía la Plaza Mayor, teñida de blanquivioleta para la ocasión, era impresionante, no cabía un alfiler entre los asistentes.


Faltaba el colofón a la fiesta y este no iba a tardar en llegar. Los jugadores rápidamente accedieron al Consistorio, pero fue como un visto y no visto. La afonía del cuerpo técnico y la multitud que se agolpó en el balcón hicieron que los minutos se convirtieran en segundos. Sin embargo, a los aficionados no pareció importarles pues los cánticos duraron aún bastantes minutos más.

Finalmente, una lluvia blanquivioleta y unos llamativos fuegos artificiales iluminaron la ciudad y pusieron punto y final al día. Fue una bonita manera de darle las buenas noches a Valladolid. Mañana, cuando se despierte, estará en Primera División.

Fotos: Alberto Castellano

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