La Suite 156 de Picasso se expone en Valladolid
Valladolid disfruta desde ayer de la Suite 156 de Pablo Picasso, una serie completa de 156 grabados en cobre, que el pintor malagueño realizó entre 1970 y 1972, y que se exhibirá en el Museo de la Pasión hasta el 20 de mayo.
Estas estampas, pertenecientes a la colección Bancaja, destacan el virtuosismo de un artista anciano, que con 90 años y consciente de su inminente entrada en la Historia del Arte, decidió visionar sus recuerdos y crear un libro escrito sobre ellos a base de imágenes. En este compendio de su vida, Picasso demostró su entrega infatigable a la pintura, y optó por reflejar en cada uno de los grabados su interés sobre el cuerpo humano, por el que siempre mostró un gran afán en destacar su erotismo, y del cual decía “el arte, o es erótico o no es arte”.
La Suite 156 permite percibir el magistral dominio del pintor sobre la línea, a quien no le temblaba el pulso a pesar de su edad, que creaba composiciones ilusorias con un dinamismo pasmoso, en búsqueda de conseguir ritmos simples mediante el virtuoso manejo de los trazos.
Gracias a un proceso de grabado caracterizado por su excelsa y cambiante heterogeneidad, Picasso se propuso homenajear a grandes creadores que él mismo admiró, e hizo alarde de su memoria selectiva para dedicar varias láminas a los venerados Rembrandt, al francés Ingres, de quien retomó temas como desnudos femeninos de líneas sinuosas, o del impresionista Edgar Degas, espejo del artista español en cuanto al predominio de las líneas sobre el color y de las bailarinas o escenas cotidianas de mujeres como objeto de estudio.
Con una doble relación que el autor pretendió establecer con la sexualidad y con la Historia del Arte, y en aras de rendir culto a sus artistas predilectos, este legado artístico se presenta en Valladolid como una de las exposiciones más interesantes del año en la capital de Castilla y León, que dará la oportunidad a los ciudadanos vallisoletanos de conocer un poco más sobre un Picasso observador y vehemente en su obsesión por indagar aún más en el erotismo del ser humano.
Estas estampas, pertenecientes a la colección Bancaja, destacan el virtuosismo de un artista anciano, que con 90 años y consciente de su inminente entrada en la Historia del Arte, decidió visionar sus recuerdos y crear un libro escrito sobre ellos a base de imágenes. En este compendio de su vida, Picasso demostró su entrega infatigable a la pintura, y optó por reflejar en cada uno de los grabados su interés sobre el cuerpo humano, por el que siempre mostró un gran afán en destacar su erotismo, y del cual decía “el arte, o es erótico o no es arte”.
La Suite 156 permite percibir el magistral dominio del pintor sobre la línea, a quien no le temblaba el pulso a pesar de su edad, que creaba composiciones ilusorias con un dinamismo pasmoso, en búsqueda de conseguir ritmos simples mediante el virtuoso manejo de los trazos.
Gracias a un proceso de grabado caracterizado por su excelsa y cambiante heterogeneidad, Picasso se propuso homenajear a grandes creadores que él mismo admiró, e hizo alarde de su memoria selectiva para dedicar varias láminas a los venerados Rembrandt, al francés Ingres, de quien retomó temas como desnudos femeninos de líneas sinuosas, o del impresionista Edgar Degas, espejo del artista español en cuanto al predominio de las líneas sobre el color y de las bailarinas o escenas cotidianas de mujeres como objeto de estudio.
Con una doble relación que el autor pretendió establecer con la sexualidad y con la Historia del Arte, y en aras de rendir culto a sus artistas predilectos, este legado artístico se presenta en Valladolid como una de las exposiciones más interesantes del año en la capital de Castilla y León, que dará la oportunidad a los ciudadanos vallisoletanos de conocer un poco más sobre un Picasso observador y vehemente en su obsesión por indagar aún más en el erotismo del ser humano.
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