lunes, abril 23, 2007

El fin de la revuelta comunera en Castilla

Los soldados comuneros caminan exhaustos por una marcha precipitada y empapados por la lluvia en la tarde del 23 de abril de 1521. La caballería realista los alcanza en los campos de Villalar y no les da tiempo a reorganizarse. Las tropas comuneras poco a poco van cayendo en manos de las fuerzas realistas hasta que finalmente son derrotados. Entre otros, los capitanes del pueblo Bravo, Padilla y Maldonado son capturados.

Tras un falso juicio, el día 24, Bravo y Padilla son condenados a muerte. La sentencia se ejecuta de madrugada. Al subir al cadalso, Padilla le recita unas palabras a su compañero: "Señor Bravo: ayer era día de pelear como caballero, hoy es día de morir como cristiano". Por ello, Juan Bravo pide ser ejecutado primero "para no ver la muerte de tan buen caballero". Ambos son ejecutados.

Mi quinientos veintiuno, / y en abril para más señas, / en Villalar ajustician / quienes justicia pidieran.

Más tarde, y a petición del ejército realista, Francisco de Maldonado será ejecutado también. Sus cabezas serán colocadas en tres picotas en la plaza de Villalar para que sirva de escarmiento para el resto de los comuneros.

Tras la derrota de Villalar la Santa Junta se disuelve y las ciudades comuneras capitulan, excepto Toledo. Días depués, Antonio de Acuña es detenido y encarcelado.

Desde entonces ya Castilla / no se ha vuelto a levantar, / en manos de rey bastardo, / o de regente falaz.

El 26 de agosto, llega a Toledo un servidor de Pedro Lasso con la noticia de la derrota de Villalar. María de Pacheco se pone al frente de la ciudad y ordena que se refuercen las defensas.

En agosto, tropas comuneras toledanas mantienen un nuevo enfrentamiento contra las fuerzas realistas. Los comuneros pierden mil hombres. Entre las fuerzas de Carlos I, resulta herido el poeta Garcilaso de la Vega. Comienza el bombardeo de Toledo. Una nueva derrota llevará a la rendición de la ciudad manchega el 25 de octubre de 1521.

Adriano de Utrecht, con el apoyo de Carlos I, es nombrado Papa en enero de 1522 con el nombre de Adriano VI. Se produce una nueva rebelión en Toledo que es rápidamente sofocada. María de Pacheco huye a Portugal.

El 1 de octubre de este mismo año, Carlos I, ya en Castilla, promulga en Valladolid un perdón general que excluye a 293 comuneros. Meses después, firmará una real cédula condenando a muerte y al secuestro de todos sus bienes a María Pde acheco, viuda de Padilla.

Cuanto más vieja la yesca, / más fácil se prenderá, / cuanto más vieja la yesca / y más duro el pedernal. / Si los pinares ardieron / aún nos queda el encinar.

El último capítulo de la revuelta comunera se vive en Simancas. Acuña intentará escapar el 24 de febrero de 1526 matando al alcaide de la prisión. El obispo es atrapado y, un mes después, condenado a garrote vil, siendo colgados sus despojos en lo alto de las almenas del castillo de Simancas. Por ello, será excomulgado Carlos I.

En 1531 muere en Oporto María de Pacheco. Es enterrada en la Catedral de Oporto porque el rey Carlos I no la concede el permiso para ser enterrada en Villalar, junto a los restos de su marido, como era su petición.

Así acaba la revuelta comunera, uno de los capítulos más importantes de la historia de Castilla. Para alguno, el movimiento comunero fue el precedente de las futuras revoluciones liberales.

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