viernes, diciembre 15, 2006

Las calles de Valladolid y sus alcaldes


Las calles de Valladolid demuestran que la ciudad es generosa con su pasado y con los personajes que han contribuido a mejorar su ámbito social, político, económico o cultural. Desde escritores a políticos, pasando por doctores y, cómo no, por santos, frailes, cardenales y demás nomenclatura eclesiástica, la capital cuenta en sus entrañas con un breve recuerdo a ciertas personalidades entre las que no faltan los más destacados alcaldes de la historia más cercana.

Un breve vistazo sobre algunas zonas y su periodo de construcción, da una idea de los momentos políticos y la importancia que han cobrado gracias a ellos determinados personajes, impulsados por el gobierno de turno. Un claro ejemplo es el franquismo, cuyo afán propagandístico llevó a otorgar a un amplio número de calles, sobre todo en la Huerta del Rey, el Centro de la ciudad y algunas zonas construidas en esa época, la denominación de personajes próximos al régimen. Así, Fernando Ferreiro o José Luis Gutiérrez Semprún, responsables consistoriales en esas fechas, son perfectos ejemplos de este hecho.

A pesar de esto, la zona centro es la que se lleva la palma en cuanto a alcaldes se refiere y en su seno hay calles dedicadas a mandatarios con gran popularidad, como Calixto Fernández de la Torre, nombrado por la Reina Isabel II en 1851 y recordado por su espíritu filantrópico; José Gardoqui Fernández (1875-1877) destacado administrador que llegó a renunciar a su sueldo "en beneficio de los pueblos necesitados"; Nicasio Pérez, apodado 'El Chirigato' y popular alcalde del barrio de San Juan, en el que hizo una destacada obra social entre la que destacó su labor durante la epidemia de cólera de 1885; o Ángel Chamorro (1935), primer presidente del Comité de la I Feria de Muestras y condecorado con la Gran Cruz Azul del Mérito Civil.

Otros, como Manuel Silvela, afrancesado durante la invasión francesa o Federico Landove (primer alcalde durante la Segunda República, en 1931), que sólo duró ocho meses en su cargo, no alcanzaron el reconocimiento público de sus predecesores, aunque también se encuentran presentes en el callejero vallisoletano.

Todos ellos se encuentran a la sombra de Miguel Íscar, el alcalde por antonomasia de la ciudad. Nombrado casi por aclamación popular en 1877, en sus tres años de mandato impulsó proyectos como el embellecimiento del Campo Grande, la creación del Hospital Provincial y la Facultad de Medicina, la construcción de los tres mercados de hierro (de los que aún hoy se conserva el Mercado del Val), el encauzamiento del río Esgueva o el arreglo de las plazas de Poniente, Tenerías y Trinidad. La muerte le sucumbió el 8 de noviembre de 1880, dejando varios asuntos inacabados sobre su mesa.

No hay comentarios: