Viento a favor
El presidente de la Cámara de Comercio de Valladolid, José Rolando Álvarez, presentó ayer el informe 'La economía de Valladolid en 2006', un diagnóstico efectuado por la institución en el que se afirmaba que la salud de la economía vallisoletana en 2006 había sido, cuanto menos, envidiable.
Y lo hacía basándose en datos ciertamente positivos, como la creación de 13.100 empleos más (lo que supone un aumento del 5,6 por ciento respecto al año anterior), el aumento de la cifra de ocupados hasta los 245.000, la creación de 1.178 sociedades mercantiles o el mantenimiento del sector servicios como el principal motor de actividad y creación de puestos de trabajo vallisoletano. Sin embargo, reconocía la existencia de "claroscuros" en este periodo, sosteniendo que la producción de vehículos ha disminuído durante el pasado año en un 42%. No obstante, la observación de estos datos, a priori, junto al histórico aumento del Producto Interior Bruto (3,8 por ciento) a nivel nacional, invita a que surja un optimismo casi absoluto respecto a la situación actual.
A pesar de ello, no conviene interpretar estos números ad litteram y no hay que olvidarse de la inestabilidad de algunos de estos sectores como son la agricultura y la industria automovilística, de gran importancia en la provincia, y condicionados en gran medida por factores externos, ya sea a través de la política comunitaria en el primer caso (sobre todo por los cambios en la PAC) o de las decisiones empresariales sobre la producción en el segundo.
Tampoco es recomendable obviar la situación de la construcción, actividad en la cual desde hace algún tiempo se está produciendo un aumento contínuo (aunque parece que la tendencia últimamente es a que éste sea más moderado) del precio, que cada vez se está alejando más del valor real del producto y que, amparado por una constante demanda de bienes inmobiliarios que se ve favorecida por la existencia de cierta especulación, está auspiciando la creación de una burbuja contra la que se deben tomar medidas, puesto que, dada la magnitud del sector en la actualidad, una caída de este mercado podría provocar una crisis a varios niveles.
Es indudable que estos datos son positivos y que muestran la bonanza de la macroeconomía, tanto en la provincia, como los ámbitos estatal e internacional, sin embargo conviene recibirlos con cautela y confiar en que el Estado y las instituciones pertinentes sepan detectar los fallos del mercado y atajarlos antes de tener que repararlos.
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